Por favor, salvemos las palmeras.
Hoy es 17 de febrero y, la prensa de hoy, en distintos puntos de España, da cuenta de los
estragos que, sin descanso ni pausa, está produciendo el picudo rojo en las
palmeras y, además, señala con razón, que la falta de interés y el
desorden reinante por parte de las
Autoridades responsables de su control, hacen que el picudo se desarrolle ‘a sus
anchas’.
La prensa de Orihuela publica un artículo titulado ‘El picudo invade el
Palmeral’ que me permito copiar el primer párrafo. Lo hago con la sana
intención de que puedan opinar Vds., aunque, en este caso, sea ‘en silencio y
para sus adentros’.
“En un paseo por el Palmeral, el segundo más
importante de Europa y declarado Bien de Interés Cultural, se puede comprobar
como muchas de sus palmeras se marchitan poco a poco y esta situación solo
responde a una razón: que están parasitadas por el picudo rojo.
Este insecto campa a sus anchas por este enclave
natural y no para de reproducirse alimentándose de las palmeras a las que
accede por la balona o cabeza, las raíces aéreas «y hasta por el tronco»,
critica Emeterio Navarro, un vecino de San Antón, experto en este enclave y ex
asesor del Ayuntamiento de Orihuela. Son muchas las plantas que han perdido su
fuerza y cuyas ramas ya se desprenden fácilmente de la planta porque en su
interior se están criando las larvas del picudo rojo «que se van comiendo hasta
que acaba con ésta, porque la palmera es su principal alimento»”.
Es desesperante, cuando menos, el
desmadre que se ha montado en algunos Ayuntamientos con el tema del picudo rojo
que, salvo un milagro, nos va a dejar sin palmeras. Es claro que si desaparecen
las palmeras nadie va a morir. Simplemente, cambiaria nuestro horizonte,
nuestro paisaje y poco más. Lo mismo ocurriría si se quemara el Museo Miguel
Hernández de Orihuela, la catedral de Santiago de Compostela, la catedral de
Murcia o las Pirámides de Egipto, si es que se pueden quemar, pongo por caso.
Eso ocurrió con el incendio que destruyó la Biblioteca de Alejandría. Nadie
murió a pesar de la irreparable pérdida que supuso para la humanidad.
Orihuela nació, como tantos pueblos de nuestra tierra, a la sombra de
milenarias palmeras que, ahora, han sido declaradas Bien de Interés Cultural.
La palmera forma parte, desde hace siglos, de nuestro entorno. Hasta donde
alcanzan mis recuerdos la palmera ha marcado mi horizonte. Su majestuoso perfil siempre estuvo
presente en él.
Forma parte de nuestro patrimonio y tenemos la obligación moral de
mantenerla ente nosotros. Ella solo se dedicó a desarrollar belleza para sorprender y pensando que sería
suficiente para estar siempre en este mundo y no se le ocurrió desarrollar armas
con las que defenderse de picudos. Se veía tan bella que, pensó, nadie, ni
nada, se atrevería a perturbar mi vida ni mi belleza.
En otros lugares tienen, monumentos o vestigios de otras civilizaciones,
catedrales, pirámides etc., y las Autoridades correspondientes tienen
establecido unos protocolos de actuación para cada situación anormal que pueda
presentarse y se hace de la forma más natural y, además, todo el mundo entiende
que tienen que ser así.
Termino con el primer párrafo de otra noticia publicada en el Diario de
Huelva.“Aseguran que la "dejadez" del Ayuntamiento a la hora de aplicar el protocolo contra la plaga puede conllevar sanciones por "incumplimiento de la normativa". La plaga ya ha arrasado otros municipios como Huelva o Ayamonte”.
Si siente simpatía por
las palmeras aquí tienen un tema interesante.
Y así, con este trajín, hasta otro día.