Pimienta de cayena eficaz contra el picudo
Los pimientos de cayena es un vegetal y variedad de pimiento que todos
podemos comer, no es veneno, es un alimento natural con infinito numero de nutrientes
buenos para nuestra salud. Cuando los pimientos alcanzan a su madurez adquieren
el color rojo. Tras un proceso de deshidratación son molidos para obtener la pimienta de cayena. La conocemos como
pimienta pero de pimienta solo tiene el sabor picante. Sigue siendo, por tanto,
pimiento. Nada tiene que ver con las
semillas de pimienta molidas a pesar
de ser, las dos, muy apreciadas en nuestra cocina.
Veo a la palmera como una planta,
como todas, viva sin el sentido del gusto. Cuando la tratamos con pimienta de
cayena, tanto en fumigaciones como en inyectables, imagino que sentirá, si es
que siente, lo mismo que los humanos sentimos cuando tomamos una taza de
manzanilla sin azúcar, nada. La dosis de
pimienta de cayena que pongamos a la solución tampoco influirá, para nada, a la
palmera. Los dátiles no picaran, no contendrán veneno y su consumo no originará
malas digestiones.
La pimienta de cayena, en contra
de lo que cree mucha gente, no mata al picudo rojo por envenenamiento, lo mata
porque bloquea su sistema nervioso, lo paraliza. Cuando se posa en una palmera
que ha sido fumigada con pimienta de cayena, como vengo repitiendo en varios de
mis post, no tiene tiempo para perforar ni poner huevos. A los pocos segundos
cae el suelo y allí finaliza su vida.
Quiero hacer una confesión.
Seguramente mi visión del tema del picudo rojo esté deformada por las pocas
palmeras que poseo, 21, y su altura, la más alta alcanza los diez metros, y por
eso veo fácil terminar con él. Esa creencia es la que me permite ver a ‘cámara
lenta’ el problema y no me altero si detecto que alguna palmera está infectada
de picudos. Tengo mucho tiempo para tratarla y seguir su evolución. El picudo,
en contra de lo que cree mucha gente, tarda años en terminar con una palmera.
Lo que no se puede hacer es esperar a ver el ‘ojo’ amarillo para tratarla. Si
este invierno, cuando los picudos se encuentran en interior del tronco, inyectáramos
a todas las palmeras, a todas, pimienta de cayena u otro producto eficaz,
terminaríamos con él.
Sobre este sentimiento de paz,
seguridad y dominio del problema picudo, yo lo creo así, aparece otro de
impotencia cuando leo las informaciones que se publican en toda España, las leo
todas, sobre los estragos, los tratamientos, los resultados de las palmeras
infectadas sin solución, las reuniones, los acuerdos, los desacuerdos en cada uno de los Ayuntamientos de los
pueblos de todas nuestras provincias
afectadas por el picudo. No entiendo como gente tan preparada, así la supongo,
como la que hay en los Ayuntamientos y en Agricultura no se ponen de acuerdo
para coger el ‘picudo por el pico’, o el toro por los cuernos, y terminar de
una vez, por todas, con él.
A veces, algunas veces, pienso si
todos los implicados en el exterminio del picudo queremos terminar con él y
ponemos, cada uno desde el lugar que ocupa, todo nuestro empeño para
conseguirlo.
Y así, con este trajín, hasta
otro día.